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lunes, 25 de octubre de 2010

LOS DÍAS DE LINA

El sábado por la mañana Lina prepara a los niños que su padre recogerá a las 10 de la mañana. Generalmente pasan todo el sábado con él, y ella en ese tiempo se encarga de sus cuestiones personales. Lina como muchas mujeres modernas con ingresos suficientes, poco se preocupa de las cosas de su casa. La limpieza y el plachado no están en orden del día.
Hoy ha decidido a ir de compras, quiere renovar su vestidor, especialmente la lencería, sus prendas íntimas, ya que su trabajo como le obliga a ir con modelitos diferentes casi a diario, en su armario ropa casual, su favorita, hay suficientes. No ocurre así con la ropa interior que ha descuidado, su vida de mama divorciada y trabajadora no le da lugar a lucirla, aun así, ha resuelto renovarla al completo. Algo en su inconsciente le dice que está pronto el momento propicio, y hay que estar preparada para ello, y decidida parte para a una tienda especializada que está en unos grandes almacenes en el centro de la ciudad.
Hola!, le saluda la dependiente, te puedo ayudar… si, estoy en un apuro dice Lina, y ¿eso?. Veras, yo cuido mi fachada, ya vez que visto elegantemente, o al menos así me parece; si claro, eres muy elegante, tu cuerpo es estupendo y vistes mejor aun, responde la encargada del local que estaba pendiente de Lina; algo le decía que podía llegar a ser su mejor cliente del día.
Bueno, ya sabes, el trabajo, el que dirán, vamos las pijadas en las que se fija la gente, me han llevado a cuidar mi parte visible, pero no el interior. Ya no pienso en mis rollitos…. Y el esfuerzo que requiere el gimnasio, sino que al menos quiero provocar, y para ello es preciso renovar mis braguitas y sujetadores por completo.
La vendedora asiente todo lo que Lina cuenta, y se pone a preparar lo mejor de la tienda, como si de una princesa consorte se tratara, sabe que comprará y no se fijará en el precio, ¡una clienta ideal!.
A todo esto Lina no deja de separar lo que se llevará, incluso camisones, el ajuar tiene que ser completo, piensa. Pero en lo que más detenimiento pone, es en su colección de tangas, los que no pueden, no deben dejar de ser provocativos.
Contenta con su decisión de compra, Lina sale de tienda cargada de bolsas muy discretas, que en nada hacen pensar lo que contienen en su interior, un arsenal provocativo capaz de dejar anonadado a cualquier hombre. Cualquiera de esas prendas diminutas darían vuelta a cualquier Adán, por más experimentado que éste fuere.
Mientras camina en busca de un taxi que le lleve a su casa, va concretando algo que desde hace un tiempo ronda en su cabeza, y sin darse cuenta, va intuyendo que su vida cambiará definitivamente.
En ello ha contribuido Facebock, en cuya pagina ha encontrado a un amigo de la adolescencia del que estuvo perdidamente enamora, pero él por entonces pasaba de ella.
Hoy parece que la vida de ambos les permite darse una oportunidad, y Lina no quiere que el toro le pille desarmada. Quiere presumir, cual doncella, de ser realmente lo que es, una mujer de pies a cabeza; pero parablemente sabe que ello es pura vanidad, que incluso con chándal es una mujer con mayúsculas. A Lina la condición le va por dentro, ahora si se viste elegantemente, la diosa que ella encierra brilla con luz propia.
Por la noche, esperando a sus hijos, tumbada en el sillón, piensa si realmente toda su fantasía no será nuevamente una desilusión. Sabe que los hombres son como cazadores; cogen las piezas para exponerlas en la vitrina de sus éxitos, sin ningún remordimiento por haber machacado una vida. 

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