La tragedia
Considerando que el PSOE ha sido
históricamente un elemento desintegrador de España, con la excepción del 78, y
a la vista de que el PP parece estar, no sé si por sumisión, miedo o cobardía
en la misma línea, está claro que los mismos personajes que nos trajeron hasta aquí,
yo no forman parte de la solución. Si consideráramos que del otro lado están
los golpistas marxistas leninistas que su única idea es romper España, ¿qué
podemos esperar?
Cuando en una nación se producen
hechos como los que acontecen a estas horas en España, ya no es el 155 la
solución, el tiempo del 155 ya pasó, y ya veremos, nunca se aplicará efectivamente.
Los goles de estado se resuelven con el Estado aplicando todas las herramientas
para desbaratar la sedición y poner presos a los golpistas, al tiempo que se
proscriben a los partidos que los apoyan. ¿A quién se le puede ocurrir que la
solución son unas elecciones en Catalunia en la que participaran los partidos
que acaban de dar un golpe? ¿Esto os parece sensato?, no, no y no; eso solo
ocurre hoy en Venezuela o Cuba. ¿Quiere España ese modelo de organización social?
Por lo tanto y por si fuera
necesario, considero oportuno hacer un breve comentario sobre las consecuencias
que acarrea la independencia de una parcela de la nación, cualquier fuere esta,
las que siempre, siempre están rodeadas de tragedia.
Por lo pronto, hablar de
independencia unilateral es una majadería, ninguna nación se divide o se
secesiona de forma bilateral; siempre que hay independencias o intentos de, las
mismas tienen consecuencias graves, y si no recordar que paso en España en el
año 34 o en el 37. Ninguna nación se deja segregar parte de su territorio ni de
su pueblo sin oponer resistencia (ver guerra de los Balcanes y la independencia
de Kosovo). De hecho, siempre, desde el imperio Romano hasta ahora, cuando se
habrá de “independencia” se habla de las “guerras de independencia”, de las que
España bien conoce con la independencia de sus colonias en las que se libraron
decenas de combates.
Por ello resulta espeluznante que el iletrado
de Puigdemont hable alegremente de una “independencia a la eslovena”, ocultando
que allí hubo una guerra, “la “guerra de los 10 días” en donde murieron 74 personas.
Por lo tanto, es falsa de falsedad absoluta que cualquier intento de
segregación de una nación, aquí y allá no contraiga consecuencias graves.
La oportunidad
Acciones trágicas al margen, los ejercicios
de independencia tienen dos ámbitos que en algún punto entran en colisión, los aspectos jurídicos y políticos. Desde
el punto de vista jurídico, lo acontecido en Cataluña luego que el Tribunal
Constitucional anulara la Ley de Transitoriedad Jurídica y Fundacional de la
República, toda acción que de ello se derive es ilegal e ilegitimo, entre ellos
el referéndum y su consecuencia, la declaración de la independencia. También el
TSJC concluye en lo mismo respecto de la mencionada ley, ya que ninguna norma que
atente contra la Constitución puede tener efectos jurídicos.
Sin embargo, desde la política, la
cuestión tiene matices al interpretar desde ópticas diferentes (incluso llegar
a desconocer en clara actitud de rebelión), la legalidad vigente. Un
nacionalista de izquierdas y un liberal o conservador nunca se encontrarán del
mismo lado en cuanto se discuta la “autodeterminación de los pueblos” ya que ésta
tiene sustento en la lógica marxista aplicada en la Unión Soviética y posteriormente
adoptara el partido Nazi de Adolf Hitler en su Programa. Pero como en todo Estado de Derecho existe una normativa encabezada
por la Constitución y desarrollada por todo el andamiaje legislativo, en caso
de atropellarse ésta por determinaciones políticas y por más apoyo popular que
se le atribuya, es la justicia quien debe poner a la política en su lugar,
activar los procedimientos que correspondan y en justo juicio si corresponde,
paguen por sus actos aquellos que argumentando tener el mandato popular
violentaran la legalidad vigente. Y dejo en claro que hoy, no solo los
nacionalistas, sino políticos constitucionalistas con responsabilidades de
poder, en casos por acción y en otros por omisión, están incursos en
procedimientos anticonstitucionales, y por lo tanto fuera de la ley. Este es el
trabajo de la Justicia, encarcelar a los sediciosos y proscribir aquellos
partidos que están fuera de ley.
Si la Justicia hace lo suyo y Rajoy
tuviera un segundo de iluminación y decidiera convocar a elecciones generales,
en donde cada partido pueda exponer al pueblo cuál es su proyecto de Nación,
aquel que surja como Presidente tendrá en sus manos todo el poder que le confiere
el pueblo para hacer lo que hay que hacer, poner en caja a todos los
nacionalismos. Aquí está la gran oportunidad que se abre en España, y deseo no
se deje pasar el tiempo sin resolver un conflicto que desgarra la Nación