Quizás aun los argentinos no son conscientes que en nuestro país se ha producido de forma artera, un cambio de régimen. Hemos dejado la República con su característica principal del Estado de Derecho y la firme división de los Poderes, para pasar a una dictadura social comunista comandada por CFK. Este nuevo Régimen se ha consumado en un tiempo récord; lo que por ejemplo le llevo a Chávez en Venezuela unos cuantos años, aquí la pandemia y sus consecuencias puestas al servicio de la revolución, lo cumplió en pocos meses.
Si tuviéramos que
pone un hito, una fecha de inicio del nuevo Régimen, diría que el desplazamiento
inconstitucional de tres jueces y el allanamiento a la propiedad a uno de los líderes
de la oposición son hechos propios del nuevo Régimen, el que sin lugar a dudas se
ira endureciendo.
¿Hay posibilidad
de una vuelta al constitucionalismo republicano?
Una de características
de las dictaduras, es que de ellas no se sale democráticamente. Ya se
encargaran de proscribir partidos, encarcelar disidentes, asfixiar medios de comunicación
y en última instancia, amañar el resultado electoral. Con la Justicia
intervenida, los medios de comunicación copados y las fuerzas y cuerpos de
seguridad controlados, un país puede perfectamente malvivir en la miseria y en
la pérdida de libertades sin necesidad de suprimir la cita electoral cada dos
años. De una dictadura se sale sí y solo sí, mediante un acto revolucionario.
Nuestro país tiene
como gesta patria fundacional, una revolución, la de mayo de 1810, llevada a cabo
contra un gobierno extranjero y lejano con el propósito de fundar una República independiente; la segunda fundación de la República la
llevo a cabo la llamada Revolución Libertadora, la que se consumara contra la tiranía
nacional socialista instalada por Peron y su reforma constitucional de 1949. Y aquí
cabe hacer una clara distinción entre un golpe de estado y una revolución.
En el primero solo se cambia mediante el uso de la fuerza a un gobernante, en
las revoluciones se cambia, en uno u otro sentido, el sistema de gobierno.
En este artículo solo
doy cuenta de la realidad y no puedo aventurar sobre cómo podrá ser, si es que tiene
lugar, una nueva gesta revolucionaria que nos devuelva al constitucionalismo de 1860; no lo sé. Sí sé que la dictadura cooptara al mando superior
del Ejército Argentino, seduciéndolos con la participación en el negocio del narcotráfico.
También sé que se distraerá la atención de los veintisiete millones de argentinos
que viven del dinero público con más dádivas y limosnas, mientras se empobrece
al resto de la sociedad y se profundiza el odio y el revanchismo entre las dos
partes sociales de la grieta.