Escribir es una tarea para lo cual estamos preparados todos aquellos que hemos pasado airosos, las inclemencias didácticas de la gramática y composición literaria en los dorados años escolares.
Escribir no es una cuestión de conjuntar letras, sino la expresión indeleble de aquellos sentimientos, relatos o noticias que queremos compartir. Y ahí están aquellos genios que hacen de la sucesión de letras verdaderas obras de arte literario, histórico o científico, y los otros, los que intentamos divertirnos o quizás para ser mas precisos, aporrear las letras como válvula de escape a los avatares de la vida cotidiana. Pero el escritor no es nada sin los lectores que son quienes dan sustento y vida a las obras escritas. Más aun, para escribir, primero hay que leer, por ello son tan importantes los unos y los otros.
En mi caso y en lo relativo a este blog, lógicamente me ubico en el grupo de los que "aporreamos teclados", con los matices que cada individuo, únicos e intransferibles, ponemos como signo distintivo en nuestras chapuzas narrativas. Se que tengo dislexia e intercambio letras; que cometo faltas de ortografía, producto quizás de haber aprendido el "Castellano en Argentino" (¿curioso no?), que es la lengua que se habla en Argentina y que contienen diferencias léxicas, gramaticales y fonéticas respecto del idioma Castellano, que se habla en España.
Mas allá de todo lo que se pueda decir sobre los que nos gusta escribir, creo lo mas importante es el compromiso que se adquiere con uno mismo y con nuestros lectores cada vez que publicamos algo. Ese compromiso que nos hace prisionero de nuestras palabras y pensamientos; ese compromiso que el poeta cubano José Martí tan sabiamente reflejo en una conocida frase, pero que por conocida no siempre bien interpretada, "escribir un libro, tener un hijo, plantar un árbol". Sin duda tres creaciones que requieren compromiso, cariño y sustento.
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