LOS DIAS DE LINA

Lina hoy al despertar, no era consiente que sería un día diferente, si bien se ha levantado con un humor especial, algo que sus niños ya notaron, aunque a esas horas en las salen para el cole, están aun un poco dormidos. ¡Mamá, que hermosa que estas! ¡Ummm que alegre!. Así veían a su madre aun esta estaba con la ropa de dormir. Y es que Lina, sin saberlo, ya sabía que hoy quería verse y que la vieran realmente especial.
Lina lleva su vida de madre y divorciada muy bien, pero sin que lo reconozca abiertamente, y especialmente ante los hombres, dice sentirse muy contenta con su existencia. Pero en ella, como en casi toda mujer, siempre está presente lo bonito que es agradar a un hombre, y que correlativamente, éste te responda. Es así que hoy decide seducirse, que según ella, es la mejor forma de seducir a los demás.
Ante de salir de casa coge el teléfono y llama a Alicia para quedar a tomar un Martini al medio día.
Hola Ali, ¿te pillo aun en la baño?, no cariño, ya se que tu siempre eres un poco inoportuna, especialmente cuando me encuentro felizmente revolviéndome en la cama, pero justo ahora, estaba sola frente a la tasa de café. Me alegro no ser incorrecta; ¿quieres que tomemos un Martini en la Plaza de San Michel?. Hecho allí estaré y… ¿no te importa que lleve a un amigo?. ¿Amigo, que amigo?. Ay Lina … es compañero de mi curso de yoga, y cuando lo veas, tu sensibilidad langideserá por él; ya sabes que a mi no me va lo romántico, pero a ti que te va el rollo, te derretirás cuando te hable. Es tan amable, tan sincero, tan que se yo que ……… se que te encantará …..¡es tu tipo!
Si bien Lina ya estaba dispuesta a seducir sin motivo aparente, advierte que es ese el momento oportuno para poner en juego todo su buen gusto y sexapil, y como mujer elegante y discretamente provocativa que es, sabe como hacerlo.
Ese medio día será para ella un desafío, que como mujer sin ataduras no puede desaprovechar. Sin dejar de ser madre, que por siempre lo será, sabe que la vida aun le dará una nueva oportunidad de ser valorada como mujer amada, y si bien ello no le desvive, siempre estará dispuesta a seducir. ¡Y es que a nadie le amarga un dulce!.