La segunda acepción del RAE para el vocablo buitre, creo que es la que los progres emplean para designar a los fondos acreedores de la argentina: “persona que se ceba con
la desgracia del otro”; porque la primera, habla del ave que “come carne muerta”.
De todos modos, yo rechazo las dos para calificar a un acreedor argentino, por
varios motivos: 1) ¿de qué desgracia me hablan?, si es la de tener el
gobierno que tenemos acepto, pero me temo que por eso no es; entonces ¿qué otra
desgracia puede tener este pueblo?; 2) si el apodo es por lo que comen las
aves, tampoco aquí cabe el mote, porque el
pueblo argentino todavía está vivito y coleando.
Más allá de las acepciones, lo
cierto es que hay acreedores argentinos que utilizan los recursos del derecho
internacional y la debilidad y soledad manifiesta de la argentina en el mundo (de la boca para afuera biri biri pero a la hora de poner nadie pone nada), y
en ese contexto elige un país y un activo argentino que pasa por ahí y van a por
él, y no le demos más vueltas. Lo que hacen los acreedores es lo mismo que hace
cualquier agente de recaudación cuando un ciudadano adeuda una tasa o un tribulo:
va a un juez (aunque no siempre) y traban el embargo del bien en cuestión y punto.
Hagamos nosotros las cosas bien, y dejemos a los buitres volar en
libertad, esa libertad que hoy se le limita a la Fragata y al pueblo argentino,
ambos víctimas de los disparates nacionales.
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