Si hay un tema desopilante si no
fuera porque es cierto, y que estubo en el centro de casi todas las charlas, es
el viaje del arca de Moreno, “el conchudo”, a Angola y mientras veía un video
de la presidente haciendo el ridículo, hacia su aparición Horacio, teléfono en
mano, para colaborar en la preparación de
la cena, fideos caseros. Sí, sí, me dijo mi secretaria, sí, sí, quédese tranquilo,
sí sí, el escollo es Moreno, la operación está trabada en su mesa de trabajo, ¿prótesis
nacionales?, ni hablar, a las argentinas no las empleamos ni en emergencias. La
conversación duros unos minutos y no había dudas de lo que les preocupaba, el
ingreso de las prótesis y otros insumos que utilizan en la clínica; cuando
colgó no hicimos ningún comentario, el tema lo merece, pero la sanidad psíquica
lo desaconseja.
Che pone la BBC HD, están pasando
unos documentales sobre el universo que con la alta definición se ven
deliciosos, los miro de refilón cuando cruzo la sala de esperas y anoche me
enganche con un documental sobre los glaciares en el que me impacto la
explicación de por qué se desplazan en forma plástica, arrasando todo a su
paso, contadme le dije, es porque tienen en su interior bolsas de agua libre!;
curioso que no se congele pensé en voz alta, y continuó Horacio, sabes que el 99% del agua dulce está debajo de
la tierra o encerrado en los glaciares y hace poco en los Alpes tuvieron que drenar
mediante bombeo una masa de agua enorme, algo así como 20 piletas olímpicas, y
que de reventarse hubiese puesto en jaque a los habitantes de la zona. Con gran
énfasis en su exposición prosiguió, el documental me reafirmó sobre mi negativa
a hacerme eco de los agoreros que hablan del calentamiento climático y su
implicancias debido a las actividades humanas, sin reparar que los tiempos
geológicos no son evidentemente los nuestros tiempos y eso me parece demencial;
estamos en una época glacial y en los últimos mil años los glaciares se
retiraron e invadieron la tierra ocho veces, ocho veces!. Aproveche que
interrumpió su relato para echar un trago de cerveza y pregunté ¿qué será del
vicepresidente de Clinton, Al Gore, a quien el alarmismo por el calentamiento
climático le dio un Premio Nobel de la Paz y a su película Una Verdad incómoda
un Oscar?; juntos recordamos que Gore culpa al hombre y sus actividad del
calentamiento del planeta, y todo iba muy bien y convencía a muchos despistados
con dinero que lo bancaban, hasta que se descubrió que él y su familia eran los
mayores contaminantes de los Estados Unidos en la explotación de una mina de
cinc en Tennessee, la que tiene el privilegio de ser una de la más sucias con
vertidos tóxicos al aire y agua lo que demuestra la hipocresía de quien se
considera un agitador de conciencias, al tiempo que traemos a la memoria que la
factura eléctrica de su casa era veinte veces mayor que la de una familia americana
media…… y en eso estábamos cuando sonó el celular de Horacio, era de la clínica
y se tuvo que marchar.
Con mis manos enharinadas cortaba
los fideos y los ponía a secar, cuando llamo a la puerta Carlos y Greta que se
veía muy encendidos; que tal dije, fatal, fatal la calle está insoportable
corte y piquetes por todos lados y lo peor, en esta época, ya casi en invierno,
más de veinte grados y una humedad espantosa, claro es el cambio climático
dije, y para que! Greta comenzó con su dialéctica progre sobre las emisiones de
CO2 y su consecuencia, el calentamiento
global; ahí me arremetí del comentario y recordé que Greta como todo progre que
se precia de tal, hace de un hecho científicamente no comprobado, un dogma, una
cuestión de fe, una religión en la cual los que no comulgamos con ella somos
los herejes que toleramos dejar un mundo peor para nuestros hijos. Cambie
rápidamente el tema y regresé a los fideos, mientras Verónica que había estado
ultimando los preparativos para nuestro viaje a Chile, se integró al grupo y traía
en sus manos una revista con la imagen de Lanata en portada que dejo sobre la
mesa. Los cuatro nos dispusimos a ultimar los detalles de la cena y luego, con respectivos claritos en mano, nos instalamos cómodamente a esperar a Horacio que llegaba en unos minutos con Alberto.
La cena discurrió tranquila, la
política y economía habían dejado lugar a temas más agradables, ocupando los recuerdos de viajes el protagonismo; así estábamos hasta que Alberto, que aun arrastraba el aceleron del duro día en el bufet, vio la revista con Lanata en portada que ahora
estaba en el posa brazos del sofá, y como si se tratara del mismo diablo lo
perturbó y exaltó, ¡como estará de trastornada la opinión en este país que
ahora este gordo inescrupuloso es el referente televisivo de la oposición! Y ni
que hablar de los necios de Clarín que ahora le toca beber de su propia
medicina!. La opinión de Alberto rompió la armonía y la tranquila charla se
convirtió en un desprolijo parloteo. Si aquí, entre amigos, una diferencia de
opinión desata una batahola, como no aceptar que nuestra idiosincrasia impida
que la razón prime sobre las emociones, y ya se sabe, con el ánimo alterado no
hay orden ni paz posible. Como habitualmente hago cuando la discusión me incomoda, me levante y fui a por más café y de paso, levanté chocolates y las copas para los
bajativos, suponiendo que el servicio de sobremesa impondría una tregua, aunque
sea breve.
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