Lina llega a casa habitualmente por las tardes, a las 7 y 30, pero hoy había poco trabajo pendiente de resolver en la empresa y ha salido una hora antes. Sonia, la asistenta que está por la tarde en casa, es quien recoge a los niños en el colegio, y luego de merendar se dedica a realizar las tareas para el día siguiente junto a ellos. Cuando Lina llega a casa, ese es el tranquilo panorama que presenta la sala donde trabajan, pero ni bien traspasa la puerta, Laura y Guille corren a su encuentro para contarles una y mil cosas que Lina aturdida, apenas alcanza a comprender. Luego de tal recibimiento cuesta mucho hacerlos volver a la concentración anterior. Todos se despiden de Sonia que también hoy saldrá un poco antes, para luego disponerse a continuar la tarea con su madre. Mientras tanto, Lina repasa en su ordenar el correo personal y encuentra extraño recibir un mail de una amiga de su familia paterna a la que hace años no ve ni sabe de ella.
“Hola Lina soy Esther, no se si me recuerdas, amiga de tus tías Paquita y Teodora y de tu padre. Veras, resulta que revolviendo el desván he encontrado unas fotos de cuando tu abuelo y mi padre estaban en Cuba, creo que son de principio del siglo pasado, cuando los dos hicieron tanta fortuna con la venta de café. ¡Que tiempos aquellos de la Cuba libre!.
Cuéntame, que es de tu vida ¿te casastes?.......”.
Lina se emociono al ver la foto de su abuelo con el uniforme de General montando a caballo, y recordó con cariño a su abuelo con quien pasó los primeros años de su vida. Este tuvo que ejercer de abuelo y padre, ya que en el año 1968 el padre de Lina fue encarcelado por el régimen castrista cuando intentaba ayudar a escapar a una familia amiga que había quedado atrapada por la dictadura, que por aquellos años era feroz.
Lina recién conoció a su padre cuando tenía 6 años y nunca quiso saber detalles del paso familiar por la isla. Solo sabía que la fortuna familiar provenía de los negocios cubanos, y hasta ahí llegaba. El sufrimiento que de niña había sentido era suficiente para no querer ni escuchar hablar de Cuba. El dinero nunca compenso el desgarro que le supuso crecer sin su padre.
martes, 29 de septiembre de 2009
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