DE ALAS Y ALERONES

Desde el principio de los tiempos el hombre ha querido volar como los pájaros. No nos conformábamos con nuestro andar y queríamos volar….. Hasta que Alberto Santos Dumont, brasilero el hombre, lograra por primera vez volar a abordo de un avión (y no los hermanos Writhe como algunos consideran), muchos huesos acabaron rotos contra el suelo en vanos intentos carentes de tecnología.
¡Que extraña cosa ésta de querer volar por nuestros propios medios!, cuando ya sabemos que no lo lograremos físicamente a menos que ganemos energía potencial por otros medios. Aun así violamos las reglas de la aerodinámica y pretendemos volar con nuestra mente, creyendo que de este modo conseguir el objetivo. Pero el efecto es similar, cuando aterrizamos, que siempre ocurre, es para darnos una buena torta contra la dura realidad.
Por ello los humanos tenemos que aprender de la tecnología aplicada al automovilismo Esta emplea la aerodinámica en forma inversa al ala del avión, ya que mientras éste pretende despegar del suelo, el coche pretende permanecer junto a él, para lo cual emplea alerones o el “efecto suelo” que no es mas que un ala invertida. Nosotros, “los inteligentes”, en más de una ocasión en nuestras vidas deberíamos cambiar las alas que no nos llevan más que a un aterrizaje tormentoso, por unos buenos alerones que nos mantengan los pies sobre la tierra. No es solo por evitar porrazos, sino para contribuir a la paz de los que nos rodean.