El presidente Macri sufre un retraso en
el calendario biológico. Su discurso, si estuviésemos en diciembre de 2016, objetable pero realista; ahora, después de 32 meses de gobierno no puede hablar como un
analista o cronista periodístico. No puede limitarse a relatar lo que nos está
ocurriendo como si fuese un extraterrestre que vio todo desde arriba sin
posibilidad de hacer nada. Y el colmo del desatino, ¿Cómo puede proponer como solución aplicar un impuesto (retenciones a las exportaciones) que lo define como “malo, malísimo”?. No me entra en mi cabeza tal desatino.
En fin, ni autocrítica ni medidas
inteligentes, más de lo mismo. Me desilusiona saber que quien ha hablado al país
es quien ha tendido y tiene la responsabilidad de gobernar Argentina.
Por último, dos comentarios a la expresión
“les hablo con el corazón”, primero, si es que es así el mensaje no se grava, y
en segundo lugar recordar que ya Pugliese, ministro de Alfonsín tuvo la ingrata
experiencia de tener que reconocer, “les hable con el corazón y me respondieron
con el bolsillo”. Esta vez no tiene por qué ser diferente.
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