LA CONCHA

¡Cuánto juego da una concha! Y nunca mejor dicho…………
Ya sabéis la diferente connotación y uso de esta mágica palabra a uno y otro lado del “charco”.
Así encontramos en España a la Concha, el popular balneario de San Sebastian, en el que todo argentino se hace Su foto junto al cartel indicador; también a miles de conchas y conchitas, apodo de Concepción; y por la argentina, allí sí que la cosa es seria ¡contamos con aproximadamente 22 millones de conchas humanas, de todo tipo y condición!!; también con la concha de la lora o la vaca, y mas subida de tono …. con la renegrida concha de tu hermana (pobres ellas), o simplemente ….. conchuda, todas puteadas magistrales, pronunciadas enfáticamente.
Hay en la naturaleza (con más profusión en los mares) conchas que cubren animales; las hay grandes y pequeñas, lisas y rugosas; colores mate cuando están secas y brillante cuando se humedecen; algunas de ellas, una vez bien abiertas, atesoran sabores sabrosos, “gustito a mar”, lo que hace disfrutar del chupeteo por elegante que sea la mesa.
Lo que acabo de descubrir, es que también vive entre nosotros la Concha Fina, y claro, la tentación de saborearla es irresistible. Su tacto, sedoso; su sabor, marino profundo; su color, entre el rojo carne y el marfil piel. En fin, un lujo para todos los sentidos.
Si les interesa este producto, deseado tanto por hombres como por mujeres, el aspecto de la caja que contiene la joya se muestra en la foto. Contrariamente a lo que suponen, su precio no es problema a la hora de hacerse con ella, es asequible a cualquier bolsillo, aunque siempre la calidad, ya saben, se paga.