Tenia pendiente hablar de las ostras, y hoy toca. Posiblemente estos moluscos presenten uno de los sabores que mas apreciamos Lily y yo. Este bocado prehistórico ha dado lugar, más allá de la gastronomía, a una interjección muy popular en España: ¡ostras!, que exclama sorpresa o asombro, y no es mas que un eufemismo mojigato de otra expresión popular ¡hostias!.
Así es que expresiones como "¡Ostras, Pedrín!" se hicieron muy sonadas. Resulta que Roberto Alcázar y Pedrín eran los protagonistas de una serie de tebeos de aventuras muy popular e influyente durante la dictadura de Franco (se publicaron entre 1940 y 1976), en la que se exaltaban los valores tradicionales de la España de la época, desde el catolicismo (los héroes acudían puntuales a misa todos los domingos) hasta un cierto chauvinismo. “¡Ostras, Pedrín!” era el latiguillo habitual de sus protagonistas, que tenían por costumbre resolver los problemas a base de “jarabe de palo”, o sea, Ley y orden.
En fin, mas allá de la historia y la anécdota, lo cierto es las ostras, el vino blanco y la agradable compañía, conjugan un maridaje difícil de superar. Así es que con Lily en nuestros viajes a Biarritz, desde que descubrimos el Bistrot de l´huitres, no dejamos de visitar ese sencillo y agradable lugar en donde se pueden saborear las mejores ostras francesas, sin olvidar la sopa de pescado, claro.
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