EL EGOÍSMO (YOÍSMO)

“Quiero que seas feliz pero no me gusta tu novia”.
Cuantas veces habremos escuchado expresiones en donde se manifiesta un deseo, pero inmediatamente se ponen trabas y niegan permisos para que ese deseo se pueda desarrollar libremente. En la mayoría de los casos, ese tipo de actitud que se presenta como generosa pero protectora al mismo tiempo hacia quien se dirige, en realidad encierra una trampa, pues quien así actúa, lo que pretende es imponer su propia idea o pensamiento, sin importar que es lo que cree, piensa o desea la persona a la que se dirige. Cuando no se cuenta con la opinión de los demás y solo pensamos en agradar a nuestra conciencia posesiva, estamos frente a uno de los males más arraigados en el hombre: EL EGOÍSMO.
Esta enfermedad se manifiesta en multitud de formas, pero posiblemente cuando más daño causa, es cuando afecta sentimientos, y lo peor es que no siempre está presente la voluntad de causar daño, aunque el efecto en si mismo, es el mismo. Por lo tanto el justificarse con la socorrida frase “no lo hace por maldad” en realidad poco importa, ya que lo importante es que el daño se ha materializado. Abundando aun más en la actitud de los “egoístas posesivos o protectores”, para reforzar su conducta invierten la carga de la prueba, y así se justifican diciendo, por ejemplo, “ya lo decía yo, esa chica lo alejará de nosotros”, cuando es justo lo contrario, ya que fueron ellos los que negaron permisos y cerraron puertas, y hoy profundizan su error y se justifican con argumentos falaces que se retroalimentan.
Da igual cual sea el resultado de la relación cuestionada, pero es muy probable que los que ayer no hicieron nada para permitir la felicidad de la pareja, hoy, ante la menor desavenencia en la relación discutida, surja el “ya lo decía yo”. Lo que nunca sabrán quienes así actúan, es que el daño que causan forma parte de las causas que atentan contra la felicidad de quienes pretenden proteger.