Cuantas veces habremos respondido a la pregunta, ¿Cómo estas?, escondiendo nuestro verdadero estado de ánimo. Y es que este tipo de preguntas que normalmente responde a un formulismo con el que rápidamente salimos al encuentro de nuestro interlocutor, si bien es en sí ingenua, muchas veces crea un conflicto ante la respuesta.
Lógicamente dependiendo del grado de confianza que tengamos con nuestro participante, la respuesta será un formulismo o puede que desate una retahíla de vocablos con los que en cierta medida intentamos desahogarnos de ese problema que nos agobia, lo cual puede que lleve al arrepentimiento al que formuló la pregunta, y a pensar internamente, ¡quien me manda preguntar!.
En líneas generales, ante esta pregunta un optimista vital siempre responde enfáticamente, “bien, muy bien”, y un pesimista, “puf, mas o menos” , el popular “maso” que se dice en Argentina, cuando no escuchamos un radical “mal”. Debo decir que la respuesta mas inteligente que al respecto he escuchado, partió de un amigo (Hipoclorito) que tenía un pedo monumental, y ante la consabida pregunta respondió: MEJOR SERIA MOLESTO. Ahí queda esta sentencia definitiva ante una pregunta pro forma.
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