Realmente el kirnerismo te lleva a emplear palabras escatológicas
cuando nos referimos a él. Es que el kirnerismo es una corriente de excrementos
de la peor condición que hoy ha desbordado. Hasta el último momento de su totalitario gobierno van a
hacer de las suyas, demoler la libertad y la paz social al tiempo que continúan
saqueando al Estado hasta el extremo de afanarse la cuenta oficial de Twitter.
La locura inmensa de CFK le lleva a comportarse como fiera enardecida
que destila rabia y odio por sus poros. Y no es para menos, perdió el poder y
ahora se le viene un largo desfile por pasillos tribunalicios de aquí y de allá
con final seguro: la cárcel. Y lo sabe. Sabe que bien sea por el enriquecimiento
ilícito o las oscuras desventuras con su marido, no zafa. Y esto no es
para menos, saber que además de la privación legitima de la libertad le caerá
es escarnio social mundial no es para menos. Desde su época de estudiante en la
facultad de derecho hasta el 10 de diciembre de 2015, la vida de CFK está llena
de mentiras, atropellos y despropósitos que dan lugar y justifican sus
tormentos, tormentos de que desde mañana tendrá que digerir en soledad, lejos
de los parabienes del imperio y la autoridad.
Al fin la democracia puso las cosas en su lugar; termina el más
nefasto periodo constitucional argentino, se termina un relato que solo podía
acabar como transcurrió, bochornosamente; comienza una época de libertad y
progreso.
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