Siempre he temido a la privación de la libertad en sentido estricto, un secuestro o estar encarcelado. Y aclaro ello porque la progresia ha llamado mas de una vez privación o atropello a la libertad, lo que simplemente consiste en respetar y saber convivir en sociedad. La relación entre la claustrofobia que genera el estar encerrado y el sentimiento de tener la imposibilidad de expresar palabras y emociones, tienen una equivalencia biunívoca.
El querer y no poder es algo que no sufrimos hasta que la demolición del ánimo que produce el “no poder” se ha patente en hechos concretos.
Afortunadamente son pocas las cosas que dentro de los límites que la sensatez impone no podemos alcanzar cuando nos proponemos un plan de acción coherente, pero cuando alcanzar la satisfacción es cosa de ángeles, amigo mío, mejor que prepares lienzos porque el río de lagrimas puede que sea caudaloso.
viernes, 23 de octubre de 2009
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