lunes, 21 de septiembre de 2020

EL CAMBIO DE RÉGIMEN

 Quizás aun los argentinos no son conscientes que en nuestro país se ha producido de forma artera, un cambio de régimen. Hemos dejado la República con su característica principal del Estado de Derecho y la firme división de los Poderes, para pasar a una dictadura social comunista comandada por CFK. Este nuevo Régimen se ha consumado en un tiempo récord; lo que por ejemplo le llevo a Chávez en Venezuela unos cuantos años, aquí la pandemia y sus consecuencias puestas al servicio de la revolución, lo cumplió en pocos meses.

Si tuviéramos que pone un hito, una fecha de inicio del nuevo Régimen, diría que el desplazamiento inconstitucional de tres jueces y el allanamiento a la propiedad a uno de los líderes de la oposición son hechos propios del nuevo Régimen, el que sin lugar a dudas se ira endureciendo.

¿Hay posibilidad de una vuelta al constitucionalismo republicano?

Una de características de las dictaduras, es que de ellas no se sale democráticamente. Ya se encargaran de proscribir partidos, encarcelar disidentes, asfixiar medios de comunicación y en última instancia, amañar el resultado electoral. Con la Justicia intervenida, los medios de comunicación copados y las fuerzas y cuerpos de seguridad controlados, un país puede perfectamente malvivir en la miseria y en la pérdida de libertades sin necesidad de suprimir la cita electoral cada dos años. De una dictadura se sale sí y solo sí, mediante un acto revolucionario.

Nuestro país tiene como gesta patria fundacional, una revolución, la de mayo de 1810, llevada a cabo contra un gobierno extranjero y lejano con el propósito de fundar una República independiente; la segunda fundación de la República la llevo a cabo la llamada Revolución Libertadora, la que se consumara contra la tiranía nacional socialista instalada por Peron y su reforma constitucional de 1949. Y aquí cabe hacer una clara distinción entre un golpe de estado y una revolución. En el primero solo se cambia mediante el uso de la fuerza a un gobernante, en las revoluciones se cambia, en uno u otro sentido, el sistema de gobierno.

En este artículo solo doy cuenta de la realidad y no puedo aventurar sobre cómo podrá ser, si es que tiene lugar, una nueva gesta revolucionaria que nos devuelva al constitucionalismo de 1860; no lo sé. Sí sé que la dictadura cooptara al mando superior del Ejército Argentino, seduciéndolos con la participación en el negocio del narcotráfico. También sé que se distraerá la atención de los veintisiete millones de argentinos que viven del dinero público con más dádivas y limosnas, mientras se empobrece al resto de la sociedad y se profundiza el odio y el revanchismo entre las dos partes sociales de la grieta.

Por último una reflexión, especialmente para aquellos que fundan los mayores problemas de la nación en la economía; a ellos les diré que de las crisis económicas se sale con confianza en el gobierno de la cosa pública y muchos sacrificios, de las crisis políticas e institucionales, mucho más graves que las económicas, a menudo solo se salen con sangre. 

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