Fue solo un slogan de campaña. Con una dimensión orgánica alejada de la austeridad republicana y funcionarios presumidos, erráticos, faltos
de perspicacia y realismo, amén de permanentes disputas internas, todo ello conlleva a
que el equipo no funcione. Dejo fuera de estas adjetivaciones al Presidente, a quien considero un hombre con buenos sentimientos, que actúa con buena fe, aunque un poco empecinado, y eso en ocasiones no es bueno.
Por primera vez la Jefatura de gabinete
tuvo todo el poder (y más) que la Constitución le confiere. Peña es una suerte
de “Premier Ministro”, pero lamentablemente él y sus adláteres no están a la
altura de las circunstancias, y contribuyen en mucho a que el transito del
gobierno sea tan desconcertante; desde “la jefatura” han partido muchas de las imprecisiones
en las que está cayendo el Gobierno; soberbia, inexperiencia y poder absoluto conforman
una muy mala combinación. Ahí anida la principal fuente de la pérdida de
confianza en este gobierno, sin contar con los recelos y enconos que "la jefatura" despierta.
Los cambios en el Gabinete que se
han producido, tienen distinta naturaleza; no es lo mismo el reemplazo de Malcorra
que el de Aranguren, él que más allá de su pobre imaginación en
materia de tarifas, sus declaraciones, “no
confío en el país” automáticamente lo dejan fuera de cualquier responsabilidad
de gobierno; lo mismo debiera haber ocurrido con el ministro Triaca,
inaceptable que el ministro de trabajo tenga una empleada “en negro”. Los otros
cambios fueron desde lo intrascendente o discutibles, a lo políticamente conveniente
(Esteban Bullrich).
Recomponer el equipo requiere de tres
aspectos:
1) reorganizar el Gabinete en su
tamaño teniendo en cuenta tres pilares, a) el
frente externo, para lo cual el
actual Canciller no da la talla (me animo a proponer un nombre, Adrián Werthein);
b) el frente interno, con Hacienda y
Finanzas, Trabajo y Seguridad Social (con base en la ANSES, reformulando el
organismo y todo el sistema de Planes y Pensiones), Seguridad y Defensa, e Infraestructura
y Energía.
2) La relación política (Interior)
con las provincias, teniendo en cuenta que en ellas recae la descentralización
de la educación y la sanidad, y que, resulta imperioso como solución definitiva
para el financiamiento del Estado, se defina un nuevo sistema tributario y participativo,
la readecuación de las estructuras provinciales y la reforma del sistema
electoral. Cada Ministerio tendría dos niveles administrativos, Secretarias y
Direcciones Nacionales, en donde se deben englobar todas las funciones de los Ministerio,
Secretarias y Entes descentralizados Actuales.
3) Las relaciones políticas con
el Parlamento, a las cuales la Jefatura de Gabinete deberá prestar preferente
atención; debe ser quien vertebre, al estilo parlamentario, los dos poderes.
Si de mí dependiera, y con la
vista puesta en la oxigenación del ambiente, solo conservaría como Ministros en
sus nuevas funciones a Patricia Bullrich, Guillermo Dietrich y Rogelio Frigerio.
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