España y el Estado de las Autonomías
está en jaque luego de la aprobación del referéndum de autodeterminación catalán,
y todo lo que luego está sobreviniendo. No me voy a explayar sobre el tema
porque hay ríos de tinta que lo hacen. Solo intentare aclarar principios básicos
que, si no se comprenden, hacen imposible poder entender que es lo que está
ocurriendo en Cataluña en particular y España en general.
Como introducción al tema diré que
la constitución española votada en referéndum en el año 1978 por el 88% de los
españoles (91% fue el sí en Barcelona), no permite bajo ningún argumento la
autodeterminación de las naciones, reconociendo en su Artículo 2 que “La Constitución se
fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles, reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las
nacionalidades y regiones
que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
Por lo tanto la definición es clara; sin embrago hoy, bajo la invocación de la democracia, y del derecho a
votar, como si este derecho en sí mismo fuese un acto virtuoso, se convoca a la cuidadanía catalana a romper España.
Aun contradiciendo la definición
formal de Democracia, considero que esta en sí misma no constituye una forma de
gobierno, sino una forma de elegir o sustituir gobiernos, algo por cierto muy
diferente. Considerando que la soberanía reside en el pueblo y que es mediante
el voto popular en comicios libres,
plurales y organizados como surgen los representantes del pueblo, es a partir
de ahí y según el sistema de gobierno que cada nación se hubiese dado, desde
donde nacen los gobiernos.
Dicho lo anterior, veo con estupor
como torticeramente se habla de “democracia” y como, fundamentalmente la izquierda
de cualquier condición confunde voluntariamente al pueblo llevándolo a caer en
la ignorancia; son muchos los que creen que la democracia consiste en votar a
un gobierno para que este nos resuelva nuestros problemas; que la democracia
nos faculta a desligarnos de nuestras responsabilidades y depositarlas en un grupo
de compatriotas de quienes se pretende tenga facultades omnipotentes para hacernos
la vida mejor. Este razonamiento no es baladí ya que trae aparejado un peligro
latente, el surgimiento de los populismos y totalitarismos y la destrucción del
hombre libre como artífice de su futuro.
Tampoco está en la en la raíz del
sistema democrático la elección incondicional y opinable de los “mejores” a
quienes delegarles la tarea de Gobierno, ya que eso es la aristocracia, sino
sencillamente resulta la expresión de la tendencia mayoritaria de la sociedad
en un determinado momento.
La democracia, por tanto, es el
ejercicio consciente de elegir un gobierno al que le transferiremos temporal y
responsablemente el ejercicio y la gestión de nuestro mandato. Pero no debe
quedar ahí la democracia, no es solo el ejercicio de votar, sino que la
democracia obliga a formar un tejido civil de participación y reflexión;
ahí surge la figura de los Partidos Políticos como instituciones primarias de
la Democracia, ahí están los centros de discusión y generación de propuestas desde
donde germinarán aquellos que pueden representar nuestras ideas y principios.
Por lo tanto, las prerrogativas que se
le adjudican a la democracia, en realidad corresponde al Estado de Derecho. Es ahí
donde se forja la División de los Poderes, pilar esencial de la libertad y la defensa de los derechos individuales que
brindan las repúblicas occidentales y las monarquías constitucionales, en donde todos los
ciudadanos somos iguales ante ley; donde la ley nos pone a todo en un mismo plano
de equivalencia. Es el Estado de Derecho el garante de la constitucionalidad de las
reglas que rigen a las naciones. Si rompemos estas reglas, nos hemos cargado el
orden, la igualdad y la libertad.
El Estado de Derecho es
conceptualmente anterior y mucho más amplio que el concepto de democracia. La
democracia no siempre asegura el Estado de Derecho, sin embargo no existe
Estado de Derecho sin democracia, constituyendo la democracia una parte del
todo al que debemos aspirar, que es la plena vigencia del Estado de Derecho.
El día que los pueblos entiendan estas
cuestiones básicas que forman parte de la Educación del ciudadano, no será posible
que demagogos y fantoches arrastren a las masas con falsas opciones o golpes de
estado revestido de democracia al huerto de sus egoísmos y delirios facciosos y extremistas. Esto es precisamente lo que está ocurriendo hoy en Cataluña en particular y España en general. Que Dios nos guarde, porque nuestros gobernantes parece no hacerlo.
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